Supongamos que estamos jugando. Y supongamos entonces que yo te digo que te quiero, y que desde que te conocí me pasan cosas. Y entonces imaginemos que yo ya no puedo seguir siendo tu amiga y entonces quiero decirte que me gustás y que me hacés bien, y que me invadís los pensamientos.
Y qué pasa si te dijera que cuando me olvido de olvidarte y de no querer quererte, entonces me asalta la idea de decirte que quiero estar con vos e intentarlo, y franquear las barreras y que ya no me importe más nada.
Pero supongamos. Entonces suponemos que yo siento que a vos te pasa algo conmigo, algo que te confunde, algo que te enciende cosas y te congela otras. Y entonces imaginamos que vos te animás a asumirlo y entonces creemos que podemos intentarlo. Y nos hacemos cargo y lo vivimos libremente y lo gritamos a los cuatro vientos.
Supongamos. Creamos. Juguemos.
Te quiero.
